Volver al hogar de la lengua

Cuando busco información que avale una cierta idea que en nuestro corazón sabemos que es cierta porque ya llevamos un tiempo rumiando, encuentro repetidas veces una referencia a un autor, Tabouret-Keller, quien me da la cita que me va perfecta con lo que yo quería decir (mejor él que yo): «La lengua, y particularmente su expresión oral, están íntimamente relacionadas con la identidad de una persona. Se ha dicho que la lengua y la identidad son inseparables, e incluso que los actos de lenguaje son actos de identidad porque al hablar le decimos al otro quiénes somos y a qué región o grupo social pertenecemos, incluso cuáles son nuestras creencias y valores».

Lo creeremos así, elegimos creer, pero me pregunto si continuará siendo así por mucho tiempo, en un momento en el que las culturas, ese conjunto de formas de vida, valores, tradiciones, simbología de la realidad, de la pertenencia, se desdibujan, interactúan, avanzan a pesar de todo, hacia una nueva forma de vida. En esta ensalada mezclum que es la sociedad actual, las lenguas, ¿nos identifican? Y, ¿dejamos de ser quiénes somos al adoptar otra lengua?

Del griego al sueco

Este es el dilema del migrante: aprender la nueva lengua (o la propia pero con sus localismos) y olvidar o conservar, atesorar, transmitir la anterior a las siguientes generaciones. En este momento se encontró en un momento Theodor Kallifatides (1938), de nacimiento griego, de lengua sueco. El escritor, cuyas obras se han empezado a traducir recientemente al español, nació en Molaoi, un pueblo de Grecia, en el Peloponeso. Con 25 años migró a Suecia, estudió en sus universidades, adoptó el sueco, lo hizo suyo y empezó a escribir en sueco. Pero el griego continuaba en algún rincón, haciéndole cosquillas, hasta que, ante un bloqueo de escritura decidió recurrir a él, viajar a él, para recuperarse y recuperar sus letras perdidas. Esta es la historia que se cuenta en Otra vida por vivir (Galaxia Gutenberg, 2020, con traducción de Selma Ancira).

El autor reflexiona en esta obra sobre la escritura y el lugar de cada uno de nosotros en un mundo cambiante. En sus páginas, autobiográficas, Kallifatides escribió que «cuando sabes lo que quieres decir, puedes hacerlo en todas las lenguas; también puedes guardar silencio en todas las lenguas que conoces. Pero cuando no tienes nada que decir, lo dices mejor en tu lengua materna”.

Y concluye: «Este libro, el primero que escribo directamente en griego después de cincuenta años, es mi agradecimiento tardío para ellos, que me devolvieron mi lengua, la única patria que todavía me queda y la única que no me heriría. ¿Qué importancia tenía en qué rincón del mundo viviera?”.

Sobre todo esto hablaron en este vídeo de Galaxia Gutenberg. Lo compartimos por su mayúsculo interés.

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