Atlas (Jorge Luis Borges)
Atlas es un libro hermoso de Borges que está muy en la periferia de su corpus y que rara vez se menciona entre sus obras maestras. Pertenece a esa etapa anciana que a mí me fascina mucho de Borges, un Borges más viajero, nómada, en cierto modo, ligero. Es un libro de textos breves que suceden en los lugares a los que Borges le toca viajar por trabajo. Ni siquiera es un plan de viaje conceptualmente orientado. Está escrito a partir de las circunstancias y en muchas ocasiones dictado en el asiento de un avión, en mitad del aire, o en un hotel o en un café.
Creo que no hay nada más infantil, en el mejor sentido, que un poeta anciano, porque creo que la vejez, la poesía y la filosofía coinciden en atreverse a preguntar lo obvio. No hay nadie más radical en sus asombros con respecto a lo inmediato que un poeta anciano que está en esa segunda etapa de la infancia que es la vejez. En ese estado, en el que Borges escribe Atlas y otros libros, Borges hace esta observación maravillosa sobre los aviones. Piensa, en realidad viajar en avión, excepto cuando hay turbulencias, es una estafa porque no hay nada que transmita menos sensación de vuelo que un avión. Un avión está diseñado para que parezca que no está volando. Entonces dice, para volar, no hay que tomar un avión, hay que ir en globo, sujeto al roce del aire, a la inestabilidad, lo más parecido a la sensación que probablemente tendrán las aves cuando vuelan. No son las alas rígidas, ese diseño de pseudopájaro del avión. En este libro dice esto y otras cosas maravillosas como qué se siente al tomar un puñado de arena en el desierto y volver a dejarlo caer y cuánto se parece eso a estar vivo y morir y desordenar un poquito el polvo que nos rodea.
Este libro saltarín de Atlas nos muestra otro Borges que no coincide tanto con la idea más canónica sobre él.
Andrés Neuman