Ajeno
F. Llorens, antes Tzvi, salió corriendo del lugar. En la mano derecha sufría el roce amargo de aquel papel cargado con su firma. Continuó la carrera. Creía que los pasos podrían borrar el pecado que ahora le quemaba los dedos. El entramado de los callizos se convirtió en el cómplice perfecto para su delito, en … Leer más