Verónica Ramírez narra en Casi todo desaparece (Alfaguara) la historia de Vera, una mujer que migró a Perú desde Europa durante la Segunda Guerra Mundial. A través de breves destellos de memoria, podemos recomponer los fragmentos de esta vida profundamente marcada por el exilio y el desarraigo.
Quizá lo que diferencia a Casi todo desaparece es que la historia de su protagonista, Vera, es la historia de los migrantes o exiliados niños. Ese proceso, durante el cual es “arrancado” del lugar donde viven, ¿la marca del exilio es más profunda, es una huella permanente?
El exilio siempre deja una marca de pérdida, nostalgia y desarraigo. Verse obligado a abandonar el lugar al que se pertenece y ser arrancado de todo lo que se conoce es una herida difícil de cicatrizar. Vera, la protagonista de la novela, es apartada de su mundo a causa de la Segunda Guerra Mundial, que transformó una infancia feliz en un campo de batalla. Ella logra tomar un barco que la lleva a Lima, un lugar que en su imaginación se presentaba como una estampa caribeña, pero que resultó ser una ciudad gris en la que tuvo que aprender a reconstruirse. Obligada a vivir en un entorno completamente diferente, en otro idioma y con nuevas personas, Vera nunca logró silenciar ese latido que, de manera oculta y subterránea, la transportaba siempre al origen de sus primeros afectos.
En estos procesos, tal y como narras en tu novela, la memoria, los recuerdos crean la historia. ¿Hasta qué punto es real esa historia recordada o contada por los padres, los abuelos?
El neurólogo Oliver Sacks relató alguna vez un episodio de su infancia, específicamente dos bombardeos ocurridos entre 1940 y 1941, durante el Blitz. Sacks siempre creyó haber estado presente en esos eventos, recordando vívidamente a su padre y a su hermano llevando baldes de agua para sofocar un incendio. Sin embargo, en realidad, él se encontraba en otra ciudad ese día. Su hermano David le había escrito una carta tan detallada contándole la experiencia que, con el tiempo, Sacks se apropió de la escena y se convirtió en el protagonista de la misma. Como bien expone Sacks, no tenemos la capacidad de grabar en nuestro cerebro todo lo que vivimos, lo cual, en cierta forma, representa un alivio. De la misma manera, las historias que heredamos de nuestros padres o abuelos están cargadas de subjetividad. En la novela, una mujer recuerda su infancia y, al evocar esta etapa de su vida, revive emociones, pero también surgen nuevos elementos, se engrandecen otros o, incluso, recobra recuerdos sobre situaciones que ella creía haber olvidado.
La historia de Vera, además de por el desplazamiento, también está marcada por la guerra, la violencia. Sin embargo, hay un momento en el que lo primero, el desplazamiento, supone un mayor sufrimiento que la propia violencia, que se había convertido en el día a día. ¿Podemos llegar a normalizar estas situaciones hasta el punto de anhelarlas una vez que estamos a distancia de ellas?
Creo que, normalmente, las personas se desplazan con la esperanza de una vida mejor. Sin embargo, existen muchos motivos por los que, a pesar de encontrar cierta estabilidad en un lugar distinto, se mantenga la añoranza por la tierra natal. Cada experiencia es única. En el caso de “Casi todo desaparece”, la protagonista recuerda un pasado que tiende a romantizar debido a la pérdida de un propósito, de un objetivo. Durante la guerra lucharon por sobrevivir y lucharon juntos, en familia y entre amigos. Una vez instalada en una zona segura echó en falta ese sentido de comunidad y pertenencia que forjó un lazo indestructible entre sus seres queridos. Vera no extraña la guerra ni la violencia que empezó a germinar a su alrededor. Solo siente una profunda nostalgia por la infancia interrumpida y por todo lo que vivió antes de la guerra. Es una persona que empieza a cuestionar su pasado para responder las preguntas que quedaron en el aire, como, por ejemplo, qué hubiera pasado si se hubiera quedado atrapada entre las llamas de un país en guerra.
Lo curioso es que la propia historia de la Península de Istria, de donde sale Vera, está caracterizada por el desplazamiento, de fronteras, de culturas, de idiomas. ¿Qué hubiera sido de Vera en esa ciudad que soportó después tantos cambios?
A lo largo de la novela, Vera se pregunta en más de una ocasión qué hubiera pasado si se quedaba en el pueblo del que nunca quiso salir. En la existencia de múltiples caminos, Vera indaga en las vidas alternativas que podría haber llevado, así como en el destino que podrían haber seguido las personas que sí tuvieron que quedarse. ¿Si en vez de llegar a Perú, por ejemplo, hubiera tomado un barco a Estados Unidos o Brasil, cuál habría sido su suerte? Todos hemos fantaseado alguna vez con eso. El concepto de vidas paralelas se ha abordado desde distintas teorías a lo largo de la Historia y sabemos que, de momento, no existe ninguna posibilidad de saber qué hubiera pasado si…
Detrás está, claro, el hecho de que Vera ha migrado de una manera, pero ésta no es la única. ¿Consideras que las diferentes maneras de salir, de realizar el tránsito y de alcanzar el destino nos marcan de diferente manera?
Por supuesto, los motivos que nos llevan a salir, el tránsito y el destino nos marcan de manera distinta. Todo dependerá, creo, de la motivación, las circunstancias, el transporte, las condiciones, el camino, la experiencia. Vera viajó en barco a un mundo absolutamente desconocido, del que ni siquiera podía comprender su lengua y mucho menos su historia. Corrían otros tiempos. Entonces no existía una pantalla ni un buscador para resolver preguntas o para dar alguna pista sobre el destino. Tampoco realizó el viaje por puro placer o por el expreso deseo de plantar una bandera en un territorio por conquistar. Más bien fue un viaje urgente, del que dependía su supervivencia y la de su familia. Todo lo que ocurrió en el trayecto quedó grabado en su memoria para siempre y no precisamente por los buenos motivos.
Vera reflexiona sobre el sentido de pertenencia a un lugar, al arraigo. Pero, ¿hasta qué punto nuestro origen define nuestra identidad?
El lugar de nacimiento es azaroso. Nadie tiene el poder de decidir dónde nacerá. Por otra parte, la identidad es dinámica y depende mucho de los vínculos, los afectos, la curiosidad frente a determinadas cosas, el aprendizaje y, por supuesto, el contexto social y político en el que te toca vivir. La protagonista de “Casi todo desaparece” quedó paralizada en el tiempo. Ella se construyó en función a esa infancia interrumpida por la guerra que la enterró durante mucho tiempo en un silencio sepulcral. Sin embargo, las personas tienen una capacidad infinita de transformación y Vera toma, digamos, el último bus hacia un camino de esperanza donde, finalmente, se atreverá a sanar sus heridas.
Verónica Ramírez (Lima, 1974) es periodista con más de veinte años de experiencia. Sus trabajos han sido publicados en distintas revistas y periódicos latinoamericanos. Es autora de las guías de viaje Barcelona, insólita y secreta y Madrid, insólita y secreta, así como del libro Coca Express. En 2022 fue seleccionada como grantee del Howard G. Buffett Fund for Women Journalists para realizar un proyecto de investigación en la Amazonía peruana. Casi todo desaparece es su primera novela.