El arte de vivir a la deriva

La realidad social que vive Occidente, absorbida por el consumismo, la inmediatez y la competencia descarnada ha provocado el parto de personas rutinizadas. Son zombis en un contexto de creciente desigualdad y desorientación. En este desalentador marco, crece el ansia de escapismo, de huida de esa realidad aplanadora, de vivir a la deriva. Personas con una mayor sensibilidad, vamos a llamarlos artistas, sienten con mayor urgencia esa necesidad de partida. Dice Pascal (recordado por Juan Vico en Los regresos) que “la infelicidad de las personas se debe a que no somos capaces de quedarnos quietos en nuestra habitación, pero es obvio que en muchos casos ocurre justamente lo contrario”.

Michel Maffesoli explica en El tiempo de las tribus que el nomadismo antiguo permanece en nuestras sociedades. En la actualidad emerge de diferentes maneras: desde el viaje vacacional evasor a la meditación que nos transporta interiormente. Ese impulso nómada (tomamos prestadas las palabras de Jordi Esteva) nos atrapa. Sentimos el impulso de salir pero este conlleva necesariamente el de volver. Maffesoli dice que “se trata del vaivén entre el nomadismo y la sedentarización que constituye la aventura humana”. Si bien la naturaleza de lo social es tender a estabilizarse, lo errante es una necesidad.

La literatura no ha dejado de lado el espíritu nómada y hay numerosas obras narradoras de vidas erráticas. El tópico del homo viator ha estado siempre presente en la literatura, adaptando su sentido a la forma de comprender la vida en cada época. En la modernidad, alcanza una gran trascendencia debido al simbolismo que adoptan los caminos y los laberintos. Recordemos obras de escritores como Machado, Proust, Joyce, Kafka o Borges.

Posada explica en este sentido que “lejos de perder su vitalidad, el tópico del homo viator y la metáfora de la existencia como tránsito vital se ven actualizados en las novelas de finales del siglo pasado con el desarrollo de la teoría posmoderna en torno al nomadismo». Los estudios de Posada señalan que «los protagonistas de las novelas de Vila-Matas o Bolaño responden en más de una ocasión al estereotipo del homo viator y en ellas el viaje se perfila como un intento de escapada frente a la realidad, la angustia existencial y la búsqueda constante de la identidad propia, tanto personal como literaria”.

El nomadismo y la vida errática fueron también conceptos centrales en la obra de la Generación Beat en Estados Unidos. En este marco, simbolizaron una profunda búsqueda de libertad, identidad y significado en un contexto de conformidad social.

Este movimiento, que incluye figuras como Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William S. Burroughs, se caracterizó por su rechazo a las convenciones sociales y su búsqueda de nuevas experiencias. Muchos relatos de estos escritores estadounidenses presentan protagonistas que no tienen un hogar fijo y que se desplazan de un lugar a otro. Estos personajes a menudo representan la búsqueda de la libertad y la autenticidad. En On the Road, de Jack Kerouac, la vida en movimiento refleja una rebelión contra la sociedad convencional.

El nomadismo ha inundado las obras literarias publicadas durante el presente siglo. El nómada se entiende no como quien se desplaza por la geografía del planeta como exiliado o inmigrante, sino como aquella persona que carece de lugar del que partir y de destino que alcanzar. Es alguien que transita en un mundo globalizado, deslocalizado y de naturaleza líquida y fluctuante.

En Itinerancias vamos a ofrecer una breve muestra de obras nómadas, historias de personas erráticas, que deambulan por la geografía buscando, buscándose, huyendo y queriendo volver. Hablaremos en siguientes entradas sobre La habitación alemana de Carla Maliandi (Editorial Barrett), Los regresos de Juan Vico (Galaxia Gutenberg), Peregrino transparente de Juan Cárdenas (Periférica), En una habitación ajena de Damon Galgut (Libros del Asteroide), Circular 22 de Vicente Luis Mora (Galaxia Gutenberg), La otra parte del mundo de Juan Trejo (Tusquets) y aquellos otros que nos aparezcan en este camino a la deriva.

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