Tránsito salmónico

Durmió mil años. Soñó guerras, reinas, amores, sudores, inventos, palabras, millones de palabras.

Despertó y no tenía carne. Levantó sus huesos pelados, helados del frío eterno.

Recibió la luz y sintió hambre de pan y de hombre.

Observó el lugar y el horizonte. Sintió el dolor del cambio y lloró lágrimas secas.

Lloró los recuerdos de la vida. Lloró mil años. Lloró el esfuerzo salmónico del viaje a la inversa. Lloró todo y por todos.

Bebió vino. Lloró vino.

Finalmente, en el absurdo, regresó a la muerte.

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