A diario encofra, reviste, restaura. Es albañil. Es, desde hace meses, el habitante habitual en el piso de la vecina. La reforma, dijeron, duraría dos semanas.
Pero Paco vive al otro lado del rellano. Lo siento tomar el desayuno, poner un ladrillo y almorzar. A la hora de la siesta estira un plano, sé que medita. Pienso que decidir el ángulo lleva tiempo.
Mejor con calma. Hay amor en la argamasa.
A las siete baja a cenar. Vuelve a las nueve y se queda, duerme en el polvo, en el vientre de su niño.
Al rato, duermo yo. Con la pared de por medio, construye a diario el hogar, nuestra familia.