Julio Espinosa Guerra, poeta, decidió en 2022 embarcarse en la aventura de la edición. Nació así Milmadres, que ya cuenta en su catálogo con cinco títulos que nos trasladan historias de tránsito, de errancia e itinerancia. Hablamos con él sobre su historial de navegación.
¿Cómo nace Milmadres?
La primera idea fue más o menos la misma que la de la nueva colección, la de publicar a alumnos de la escuela de escritura, pero especialmente a los alumnos que tenían las obras más interesantes. Hay alumnos muy buenos, por ejemplo José Antonio Gargallo, que tienen una obra muy interesante y llegan a editoriales, más pequeñas que Milmadres, que no hacen nada por la novela, o incluso les cuesta publicar en esas editoriales. Esta era la idea al principio pero luego avanzo un peldaño más y pienso en autores que han salido de otras escuelas de escritura en toda España, autores que son noveles y que a lo mejor no van a poder publicar un libro y van a tener que autoeditarse, que son muy buenos y que nadie les da la oportunidad. Y después subo un peldaño más y me pregunto qué pasa con los autores latinoamericanos, que ya no han venido de ninguna escuela o con autores españoles que llevan escribiendo un montón de tiempo, pero que no han encontrado la editorial que los publique. Esa gente merece una editorial y es así como surge Milmadres.
Publico a algunos exalumnos, a los que más entran dentro de la línea editorial, estoy leyendo a autores de otras escuelas de escritura, aunque hasta ahora no he encontrado nada y luego saco gente que no ha publicado o a autores que en su momento publicaron y que luego no volvieron a hacerlo más, y latinoamericanos. La primera autora latinoamericana fue Magela Baudoin, con El sonido de la H, y en septiembre saldrá un autor chileno, Gonzalo León. La idea es rescatar a autores que por algún motivo no han dado el salto y se lo merecían, aunque sea en ediciones pequeñas, de 500 ejemplares. Vender más allá, como es el caso de Como nosotros, de Marisa Mañana, es extraordinario. Lo normal para las editoriales literarias es vender entre 300, 400 ejemplares.
¿Es porque se está publicando mucho o porque hay menos lectores?
No sé si hay menos lectores. El mercado del libro funciona por modas y yo voy en contra de estas modas: voy sacando lo que me gusta. Hari, el niño que soñaba, es la primera novela de Amelia Capdepón, quien tiene 79 años. Y no es autobiográfica, no me interesaría si lo fuera. En su momento, tuvimos la moda de lo policiaco, que no se ha ido del todo, pero tuvo un momento que fue un boom. Después vino la moda de la literatura autorreferencial, del yo y ahí triunfó Ordesa y un montón de novelas de “escribo sobre mí mismo porque soy muy importante” y no digo que alguna de esas sean maravillosas pero una cosa es escribir sobre uno mismo y otra cosa es Henry Miller o Bukovsky o incluso Anaïs Nin, con sus cartas. Luego ha habido un pequeño boom de la literatura neogótica, más pequeñito pero más sostenido en el tiempo y luego viene la literatura autorreferencial, del yo, de mujeres, que la estamos viviendo todavía.
Se habla de un boom de escritoras latinoamericanas.
Realmente ha habido tanta injusticia con la literatura escrita por mujeres que creo que no está mal e incluso es necesario que exista este boom. Como cualquier boom, va a llegar un momento en el que el péndulo va a empezar a regularse solo, porque ya hay libros que hablan sobre las mismas temáticas, y las perspectivas no son tan diferentes. Entonces, va a llegar un momento en el cual la propia lectora mujer, que es la mayoritaria que lee este tipo de literatura, va a buscar otra cosa. Yo creo que va a seguir, es un cambio definitivo. Pero van a tener que empezar a escribir más ficción, que es un poco lo que falta, que entren en el territorio de la ficción. Hasta ahora es una mezcla de reivindicación, de sanación y de literatura. Y esto no está mal, pero estas temáticas se agotan en sí mismas.
Pero yo pienso que lo más peligroso no es eso, que se busque publicar solo mujeres o que nos fijemos mucho en literatura escrita por mujeres. El problema es que hay muchas publicaciones, incluso de editoriales que se consideran literarias independientes, que para buscar escritoras o escritores, se están fijando primero en cuántos seguidores tienen en Instagram, y ahí el editor está dejando de hacer su trabajo, porque el trabajo del editor es dar a conocer lo que publica porque por eso ha apostado por ello. Ese no es un trabajo que tenga que hacer el escritor.
Incluso sucede que la editorial va a buscar a esta persona con muchos seguidores para proponerle la escritura y publicación de un libro.
Claro, yo conozco gente que ha publicado con Planeta, que no es una editorial literaria, evidentemente, es una editorial de entretenimiento, que ha vendido más de 7.000 ejemplares y no han vuelto a publicar porque andan buscando vender mucho más. Es un fenómeno parecido al que sucede con la gente que escribe versos en redes sociales. Nosotros jugamos en una liga totalmente diferente. Si nosotros vendemos 500 libros de poesía, nos tenemos que dar con una piedra en el pecho, son 500 libros, 500 personas que quieren leer tu poesía. Y luego te enteras, por ejemplo, de que de un libro tuyo están haciendo un club de lectura en una biblioteca pública de Pensilvania, en Estados Unidos. Esa es la magia de la literatura. No va a aparecer entre los libros más leídos de Amazon, pero alguien lo leyó e hizo una lectura pública en una ciudad de Estados Unidos. Eso es hermosísimo.
Entonces, yo creo que ahí volvemos al editor y también al sentido de Milmadres, al antiguo oficio del editor, que es identificar lo que es literario y darle una oportunidad. Y, por otra parte, está la constancia, que eso Anagrama y otra gente que empezó a editar al final de los 60, Anagrama, Tusquets, Pre-Textos, lo saben muy bien. Uno de tus escritores puede vender 200 ejemplares de tu primer libro y si tú crees en él, le editas el siguiente y a lo mejor vende 250, y le editas el siguiente y a lo mejor vende 400 y le editas el siguiente y de pronto, vende mil. Eso también es trabajo editorial. Yo quiero tener un catálogo de autores de Milmadres, pero al mismo tiempo, no voy a retener a mis autores. Si Marisa da el salto a Seix Barral yo voy a estar feliz de que dé ese salto, porque creo que esa es la labor de un editor pequeño, apoyar a tus autores porque tú crees en ellos no porque vayas a vender libros. Es una concepción humanista de la edición, no comercial, pero lo puedo hacer porque no vivo de la editorial, sino de los talleres literarios.
Eso te da cierta libertad.
Me da libertad. La idea también es no perder dinero. Hay que pensar que un libro pueda ayudar a sacar al libro siguiente. Y tenemos la fortuna de que en esta Comunidad hay ayudas a la edición que funcionan muy bien y son muy justas, que es algo que no todas las comunidades autónomas pueden decir.
¿En qué estado se encuentra la edición de autores latinoamericanos en España? Milmadres formó parte del grupo que impulsó el encuentro de editoriales independientes por los autores latinoamericanos.
Sí, es un encuentro que se inició el año pasado, y que va a repetirse, pero este año no formaré parte de la organización, porque en realidad no edito solo latinoamericano, me interesa mucho pero todo entra dentro de la línea editorial. Hay gente que solo está editando latinoamericano. Lastarria & De Mora solo edita chileno, mucho más específico y arriesgado.
También hay un cierto fenómeno de editoriales mexicanas que se están instalando en territorio peninsular.
Aquí la pregunta es cómo están llegando: ¿están llegando para publicar a sus autores o para publicar a autores que viven aquí? Esa es una pregunta muy importante, porque pueden ser latinoamericanos que vivamos ya acá. Yo creo que, a no ser que sea muy humilde, como lo que hago yo, ya no hay más espacio para ganar dinero con los libros. Aquí está el ejemplo de Malpaso, que compraron un montón de editoriales y las han destruido. Entonces, estas editoriales que vienen de México, de Argentina, de Chile, de Colombia, piensan que hay un mercado lo suficientemente grande como para ganar dinero y no es cierto.
Y luego fíjate lo complicado que está que una editorial tan consolidada como Candaya, después de la muerte de Paco Robles, lo tiene complicado, porque eran editores que vivían volcados a la carretera y al libro y no pueden pagarle a otra persona para que cumpla sus funciones de Paco. Imagínate si Candaya desaparece del panorama nacional, que es una editorial fundamental, tanto como Libros del Asteroide o como Impedimenta o como Nórdica o Periférica, que son las cuatro de Contexto. Desaparece alguna de estas editoriales y nos quedamos sin una parte importante de la literatura que se publica y más en el caso de Candaya que publica fundamentalmente latinoamericano y español, porque las demás basan su fortaleza en las traducciones.
Sí, cada uno está especializado en un ámbito.
Enrique Redel, de Impedimenta, lo tenía muy claro cuando empezó y ha hecho un montón de recuperaciones, ya cuando trabajaba en Funambulista. Es un gran editor, que se ha hecho a pulso, picando piedra, como los grandes editores, y tiene una compañera maravillosa, Pilar Adón, quien es además una gran escritora, y una gran traductora. Pero cojean un poco de la literatura en español. Asteroide un poco más, pero tampoco mucho más.
¿Se lee literatura en español o se prefiere la traducción?
Yo creo que más que un problema del lector es un problema del editor y de las redes de difusión. Yo, por ejemplo, escribo de una narrativa que, aunque toque el tema chileno, no tiene mucho de chilena en cuanto al estilo e incluso a veces ni toca el tema chileno. Soy latinoamericano que vive en España, pero escribo como un francés o un alemán. Si yo me llamara Jean Paul Bonefoil, seguramente ya estaría publicado en Francia, en Alemania y en España, pero me llamo Julio Espinosa Guerra y soy chileno y no escribo como chileno, ni tampoco como español, porque no soy costumbrista y aquí casi toda la literatura es costumbrista. Yo creo que es un sesgo del editor. El editor, cuando lee a un chileno, anda buscando algo, lo mismo que cuando lee a un argentino o a una mujer. El editor anda buscando cajitas. Detrás están, en las editoriales más grandes, los departamentos de marketing, y en las que no son tan grandes, está la búsqueda de qué se está vendiendo ahora. Por ejemplo, Barret, la editorial de Sevilla, en diciembre abrió convocatoria solo para mujeres y eso que Barret no es una editorial exclusiva de mujeres. Eso, yo considero que el editor tiene que publicar literatura.
Pero, dentro del amplio mercado editorial, ¿no es esto una respuesta, una búsqueda de especialización y de encuentro con un determinado tipo de lector, como puede ser el caso de Impedimenta rescatando a autores europeos, africanos, y posibilitando su lectura en español?
Todo depende. Pongamos como ejemplo a las editoriales del Grupo Contexto. Enrique ya venía haciendo traducciones y recuperaciones de libros no ya en Funambulista, sino antes, en Odisea. Es decir, él ya tenía una línea muy clara. Hablemos de Luis Solano, de Libros del Asteroide, él empieza editando a autores americanos de los años 40, 50, 60, que están olvidados, o que no se habían publicado en España, porque estaba la Dictadura en ese momento, que hablan de una América que es una referencia pop, cultural, hoy en día, muy importante. Él apuesta por ese tipo de autores. Él ve un filón, que nadie está publicando, y apuesta por ello. Nórdica, autores nórdicos, y además, se aprovecha de las ayudas que dan estos países para traducción de sus autores, porque si no, sería imposible que tradujéramos a un finés. De nuevo tenemos algo muy específico. Periférica, un montón de autores latinoamericanos y español raro. Apostaron por gente por la que no hubiera apostado nadie en su vida. Pero esta gente apostó antes de que esto fuera tendencia. Ellos crearon la tendencia. Pero ahora lo que se está haciendo es ir detrás de la tendencia y esto no es trabajo de editor. Ahora bien, entiendo a la gente de Barret, porque tiene que sobrevivir, porque ellos pueden seleccionar solo mujeres pero tienen muy claro el tipo de literatura que les gusta. No se van a salir de su línea editorial. El peligro es que hay editoriales que se están saliendo de su línea editorial. Es el fenómeno Tele 5, andan buscando qué cosa puede aportarle muchos lectores.
Al final se convierte en un estudio de mercado, puro marketing y no existe una apuesta previa.
Efectivamente, no hay un trabajo de lectura. Es una pena, pero es así. Creo que los únicos que hacen eso son los editores pequeños y medianos. Y cuando el mediano empieza a ser grande, o tiene una línea editorial muy marcada como los editores que hemos nombrado o también empieza a desviarse. También están los editores independientes clásicos que publican porque ya tienen muchos títulos. Para editoriales que necesitan vivir de lo que publican, imagínate lo complicado que es no caer en la tentación de vez en cuando de tener un autor que te puede vender muchos libros. Es un riesgo pensar, bueno, se parece un poco a lo que hacemos y lo vamos a publicar.
En tu caso, como escritor que escribe fuera de su país de origen, ¿cómo se produjo la integración del nuevo castellano? ¿Es algo que modificó tu manera de escribir?
Cada país tiene sus acentos, sus ritmos, sus palabras. A la hora de la escritura yo, evidentemente, me he permeado porque lo he querido así. El fenómeno de la hibridación me parece super importante a nivel de lenguaje. Yo llegué con 26 años a España y llevo aquí 22 años. Mi formación fundamental ha sido en España, mi roce literario ha sido en España y mis angustiosas influencias, como diría Bloom, son latinoamericanas, españolas y europeas. Ya no solamente es esta mezcolanza, por usar un término que se usa mucho en Chile, entre lo chileno y lo español, sino que también entran todas esas lecturas que, evidentemente son traducciones, pero que muestran otro mundo. Entonces, yo creo que toda la literatura de hoy en día es una literatura de la mezcla, es mestiza, y eso está bien. Alguien podría decir, es que Bolaño escribía medio en mexicano medio en chileno, pero nunca en español y eso es cierto, pero es que tampoco existía internet al nivel bestial que existe hoy, que también ha ayudado mucho a esa mezcla. También están los temas que tratamos. A mí me han comparado con Schlink y con Kundera y qué tiene que ver eso con un chileno y un español o qué tiene que ver con el extraordinario José Donoso, nada, al final mis influencias son otras.
El escritor es sus lecturas.
Claro, es las lecturas, las perspectivas. Yo creo que escribir es una manera de caminar, de habitar el mundo. Mira, por ejemplo, aquí tengo a Marisa, que llegó con diez meses de Guinea a España y lees su libro y dices, esto es mestizo y llegó con diez meses, es española, española, aunque su entorno sí es guineano. Pero bueno, en España todavía se tiene que asumir que hay españoles negros o españoles de origen chino o de origen ecuatoriano y son españoles. Hay un problema en la concepción del mundo. Queda mucho por vivir, por comprender, por aceptar y queda también por recordar que España es un país mestizo, con cultura árabe, africana, judía, gitana, de Europa del Este, y han convivido en España durante siglos.
La hibrización, la mezcla, el mestizaje literario es algo normal. Esa cortapisa cultural no lo tengo, escribo de temáticas. Muchos escritores son argumentales, primero se les ocurre una historia y después buscan un tema, pero a mí me pasa al revés, primero tengo un tema y después pienso la historia que le voy a poner. Y según lo voy perfeccionando, voy llegando a la conclusión de dónde tiene que suceder aquello, quién tiene que ser el protagonista, qué voz tiene que tener y hay gente que todo esto le viene antes. Y esto todavía me aleja más de la parte identitaria cultural porque para mí, mezclar chilenos o chilenas y europeos es lo normal. En ese sentido sí es una literatura de la mezcla, pero porque es mi realidad.
También podemos encontrar aquí la literatura que surge del dolor o de la ruptura que supone la migración.
Ahí volvemos a la literatura del yo, que a mí no me interesa ni como escritor ni como editor. Escribir sobre tu dolor está bien si lo transformas. Hay mucho escrito del dolor que es interesante en tanto testimonio, pero es eso, testimonio y dentro de diez años nadie se va a acordar de ellos como literatura. Hay parte de la literatura latinoamericana que se está publicando en España, que es grandilocuente, todo es terrible y eso es el grito necesario para evidenciar ciertas cosas, pero en un tiempo se va a pasar, aunque el español y esto entiéndase como una observación, no como una crítica, tiene ese grado trágico, le gusta esa cosa trágica. En España se sigue escribiendo mucha literatura costumbrista. Aquí seguimos en el pueblo. Y en el resto de Europa hay una extrañeza que lo hace literario, lo mismo que pasó con el boom latinoamericano. Es decir, qué pasa con García Márquez, pues que en Alemania nadie es capaz de escribir algo así. Allí está Heinrich Böll escribiendo Opiniones de un payaso, que es otro cuento y yo, prefiero Opiniones de un payaso. Me quedo con esto y me quedo con El tambor de hojalata y ahí están las influencias y el tono. Volvemos al hecho comercial y cómo se van cruzando todos estos elementos. Lo publico porque tengo un nicho de mercado seguro. Y también hay librerías especializadas, y eso a mí me gusta mucho, pero al mismo tiempo es triste, porque no te están vendiendo la literatura, te están vendiendo la temática.
Podemos encontrar librerías que solo venden a escritoras, pero, las mujeres, ¿solo leen a mujeres?
Bueno, hay lectoras que solo leen a mujeres. Pero volvemos al momento histórico. Es que nosotros vivimos en un tiempo y un espacio determinado donde están ocurriendo movimientos determinados. No pensamos mucho sobre eso. Entonces, de pronto, la mujer lectora de toda la vida, que leía a Juanjo Millás, se ha dado cuenta de que hay muchas mujeres escribiendo y que escriben mejor que Juanjo Millás y van a leer a esa mujer.
¿Por qué crees que sucede esto? ¿Hay una conexión mayor con estas obras?
Dicen que la poesía es aquello que te movilice algo interno pero muchas veces es un efecto narcisista. Es un fenómeno espejo. La poesía de verdad empieza cuando dejas de entender. Hölderling vivía en el pajar de unos molineros, no lo conocía, Kafka no publicó en vida y cuántos casos más hay. Y cuanta gente famosa en los 20, los 30, que vendían millones de libros, nadie los conoce ahora. Entonces ahí está la labor del editor. Volvemos a lo que uno escribe y lo que uno edita. No te puedes preocupar por lo coyuntural, no te puedes preocupar por si tu voz gusta o no gusta, no te puedes preocupar por los seguidores, ni por tener más seguidores para que te acepten, lo que tienes que hacer es pensar, pensarte, hacia dónde voy con lo que estoy escribiendo. En Kavafis eso se ve claramente. Es que su obra es una obra íntegra en el sentido de coherente, lo mismo la obra de Kafka. Gente como Rulfo, que publicó dos libros. Hay una búsqueda detrás de eso, pero no de fama o de éxito, es como coger un sendero por el bosque que nadie conoce y abrirlo y naturalmente vas aprendiendo y cada vez que lo abres va siendo más cómodo y los gestos van siendo una evolución de los primeros gestos. Hay un trabajo y un acerbo, una base muy importante. Todos estos autores y no sé por qué se me viene constantemente a la cabeza Borges, es gente que ha leído una barbaridad. Pero hoy día se escribe poesía en la red social sin ni siquiera haberla releído una vez, es algo instantáneo. Detrás no hay nada.
La literatura latinoamericana que se publica en España, ¿es de calidad?
Creo que la calidad de la literatura de Latinoamérica que se está publicando en España tiene un nivel de calidad medio para arriba. Naturalmente, hay cosas que se están repitiendo. Yo creo, sin embargo, que hay más variedad en la literatura escrita por mujeres que se publica en España que en la escrita en Latinoamérica porque hay un factor que aquí no existe y es que en Latinoamérica hay una necesidad importante de escribir sobre determinados temas porque la violencia hacia la mujer allí no tiene nada que ver con la violencia hacia la mujer en España, siempre salvando las diferencias que pueda haber entre países.
Julio Espinosa es poeta, director de Estudio de Escritura y editor de «Milmadres». Nació en Chile y vive en España desde 2001. Como poeta, entre otros libros, ha publicado: NN (Gens, 2007, Premio Sor Juana Inés de la Cruz), sintaxis asfalto (Olifante, 2010, Premio Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal), De lo inútil (Candaya, 2018) y La casa amarilla (Pretextos, 2013, Premio Villa de Cox), además de las antologías La poesía chilena del siglo XX (Visor, 2005) y Palabras sobre palabras: 13 poetas jóvenes de España (Santiago Inédito, Chile, 2010). Es autor también de las novelas El día que fue ayer (Mago, Chile, 2006. Finalista Premio Herralde 2005) y La fría piel de agosto (Alfaguara, Chile, 2013).