Los personajes de Socorro Venegas dicen adiós, se despiden, viven en el duelo y la ausencia; desde su cotidianidad nos miran a los ojos y, como lectores, no nos queda otra que abrazarlos y acompañarlos en su proceso. En Itinerancias hemos hablado con la autora de obras como Ceniza Roja y La memoria donde ardía (Páginas de Espuma) y La noche será negra y blanca (publicada ahora en España por Contraseña).
¿Puede decirse que tu literatura es una literatura del adiós?
Es una literatura que expresa la dificultad y también la necesidad de poder decir adiós. Es un aprendizaje duro para el que nadie está preparado: comprender que no mirará más a la persona amada, en el caso de mis personajes que atraviesan un duelo, pero también están los niños enfermos que saben que van a morir, las mujeres que no conectan con la maternidad y necesitan dar unos pasos atrás para contemplarse, para entender, en un mundo que no puede comprender la complejidad tremenda de maternar.
En estos adioses, ¿qué papel tiene la escritura?
La escritura ha sido mi refugio. Ahí donde puedo intentar descifrar los lenguajes de esas tareas diarias, ahí donde encuentro mi centro leyendo poesía, que es el mejor ansiolítico.
¿Cuánta distancia hay que dejar para poder empezar a narrar el dolor?
Cada persona lo vivirá de forma distinta. En un duelo uno aprende de golpe lo que significa la distancia insalvable: ya no estarás con esa persona nunca más. De pronto cada pequeño acto de la vida compartida se vuelve memoria. Eso solo el tiempo podrá convertirlo en escritura, el tiempo que es otra distancia, otra medida de las cosas.
Tus textos viajan también en la memoria, ¿hay que encender una luz en los recuerdos?
O tal vez la memoria sea esa luz encendida que nos dice quiénes somos. Una especie de zarza ardiente que habla un lenguaje que a veces olvidamos.
En esa memoria también has querido rescatar las voces de mujeres escritoras latinoamericanas que habían quedado ocultas. ¿Puedes hablarnos sobre el proyecto Vindictas, cómo nace y qué se busca con él?
Es un proyecto que creamos en la Universidad Nacional Autónoma de México para recuperar el trabajo de grandes novelistas, cuentistas, poetas y ensayistas latinoamericanas (aunque también hemos publicado a María Luisa Elío, de España, y a Carolina María de Jesús, de Brasil) del siglo XX. Se trata de autoras muy poco leídas, marginalizadas del canon. Es una propuesta para cuestionar el poder del patriarcado en la literatura y sobre todo es una oportunidad para que nuevas y nuevos lectores se encuentren con estas escritoras y puedan reconfigurar de una manera más íntima, menos prescriptiva, su mapa de la literatura latinoamericana. Además hemos pensado que no basta con publicar, acompañamos las publicaciones con seminarios y conferencias. Los libros y programas grabados pueden encontrarse en vindictas.unam.mx
¿Cómo vives tú la diversidad de nuestra lengua a través de todas estas voces femeninas?
Hay una belleza extraordinaria en ese coro de voces, de registros, de lenguas, porque hay que recordar que en Latinoamérica no solo se habla castellano, en México hay más de 60 lenguas originarias. Cada autora presenta un universo único, una riqueza de experiencias y puntos de vista que no podían estar en el universo masculino, donde a menudo se representa a las mujeres a golpe de estereotipos.
Socorro Venegas es escritora y editora. Entre sus libros están las novelas La noche será negra y blanca (2009, Premio Nacional de Novela Ópera Prima Carlos Fuentes y mención especial en el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz) y Vestido de novia (2014); los libros de cuentos La memoria donde ardía (2019), Todas las islas (2002), La muerte más blanca (2000), La risa de las azucenas (1997). Es compiladora con Juan Casamayor de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas (2020). Ha dirigido proyectos editoriales en el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Nacional Autónoma de México, donde creó la colección de novela y memoria Vindictas.
Si,las mujeres nos enfrentamos a la incomprensión, dolor, duelo, despedidas, etc. de forma diferente a los hombres.
Cada persona tiene su manera de enfrentarse a una pérdida, de seguir viviendo después, y de narrar este proceso.