Los libros que narraron la España sumergida

Dicen que en el regreso nunca se encuentra el lugar del que se partió. Es así porque ese regreso que se intenta es una vuelta al pasado. Pero, en otros desplazamientos forzados, la vuelta es imposible aunque sea una vuelta espacial y no temporal. Simplemente porque ese lugar/hogar ya no existe. Esto es algo que han sufrido en el territorio español miles de personas (solo la CHE calcula que fueron 13.000), cuyo lugar de origen quedó bajo las aguas de un pantano. Arrojadas de sus casas, de sus calles, de sus vecinos, de su vida, estas personas han vivido otro tipo de exilio, uno sin la esperanza del regreso.

Adiós Vegamián

En la literatura, por supuesto, encontramos varios ejemplos de estas memorias ahogadas. Enseguida pensamos en Julio Llamazares, una escritura marcada por la sombra del desplazamiento de la política hidráulica. Su libro más conocido, La lluvia amarilla, aborda ya la cuestión del abandono de los pueblos (anticipo exquisito de la España vaciada). Sin embargo, no es hasta 2015 que el autor leonés puede, por fin, revivir literariamente la salida de Vegamián. Es el pueblo donde nació y que quedó inundado por la construcción del embalse del Porma (proyecto de ingeniería firmado por otro escritor, Juan Benet).

Distintas formas de mirar el agua (Alfaguara) es el reflejo poético de aquella experiencia traumática, una historia coral sobre los efectos del destierro en varias generaciones, sobre el paso del tiempo y el dulce refugio de la memoria.  Escribe Llamazares: “Convertido en despojos como el pueblo, quiere volver a donde nació y donde fue feliz hasta que nos fuimos obligados”.

También sobre los desplazados del Porma habla el libro Bajo el agua (KRK), de Mª Luisa Prada. Vegamián, Lodares, Quintanilla, Armada, Ferreras, Campillo, Camposolillo, Utrero son los ocho pueblos leoneses destruidos o deshabitados por esta gran obra de ingeniería. Además de anegar un valle montañés, ahogó los sueños, hogares, tradiciones de muchas personas. Prada muestra la impotencia de los desplazados, quienes nunca podrán ser lo suficientemente recompensados: “una persona puede irse a cualquier parte, al otro extremo del mundo, y luego volver a su casa, pero los desplazados no. Son de pueblos que ya no existen, nacieron en ninguna parte”.

Más allá del Porma

Otra escritora que sufrió la inundación de su infancia fue Ana María Matute. Mansilla de La Sierra, en La Rioja, no era el mismo lugar cuando Matute volvió allí en 1960, once años después de que hubieran inundado el pueblo de sus veranos. Sus relatos de aquel tiempo están recopilados en El río. Una preciosa edición de Nórdica ilustrada por Raquel Marín, recuperó esas historias. En sus páginas vemos el dolor, la nostalgia, el desarraigo: “El pantano ha cubierto ya el viejo pueblo, y un grupo de casas blancas, demasiado nuevas y como asombradas, resplandecen en el verdor húmedo de otoño”.

En La marca del agua (Lumen), Montserrat Iglesias, nos plantea no ya el dolor del desplazamiento, sino los instantes previos, esos momentos en los que conocemos el miedo de la pérdida inminente. Este libro narra la desaparición de Hontanar, la historia familiar, los recuerdos al llegar y salir de un lugar que en breve quedará inundado.

Los desplazados de Mequinenza

La nostalgia llena también las páginas de Camí de sirga (Anagrama), de Jesús Moncada. La novela evoca la desaparición de Mequinenza, una villa en la confluencia del Segre con el Ebro, que en un tiempo fue el centro de una importante cuenca minera y de un intenso tráfico fluvial, y que se vio condenada a quedar sumergida por las aguas de un pantano.

Si en estos libros se recogen historias localizadas, incluso vivencias personales, hay una obra que nace con vocación de mantener vivas todas las voces que gritan desde debajo del agua. Detendrán mi río (Libros del KO), de Virginia Mendoza, es una crónica  sobre Caspe, en Zaragoza, y una huerta cercana, Cauvaca, hundida por el pantano de Mequinenza. Pero es también un mapa-reportaje abierto, que está dispuesto a recibir más microhistorias, aportaciones personales en el espacio web que se ha creado como complemento a su libro y que os invitamos a visitar. Es el libro participativo de la memoria de las tierras ahogadas, de la España sumergida.

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