Velibor Čolić: el exilio de los bosnios

¿Quién es Velibor Čolić? ¿Un escritor bosnio, un escritor francófono, un exiliado, un refugiado, un gagnepan? ¿Es un buscador de historias, un narrador de la barbarie, de la guerra, del exilio, del hambre? ¿Es la voz que aúna las historias de muchos? Velibor Čolić es, sobre todo, una persona que sobrevive, a pesar del entorno y a pesar de sí mismo. Es una persona que le da bofetadas de humor al mundo cruel por el que transita.

La historia de Čolić, contada por él mismo en Los bosnios, Manual de Exilio y El libro de las despedidas, es la de tantos bosnios que huyeron de una guerra que destruyó un país. Yugoslavia quedó fragmentada, al mismo nivel que la prosa de Velibor Čolić, rota en instantes de vida, flashes de memoria que componen un todo en el que desborda la ironía, el humor, la lírica, la música, la burla.

Es una narración de la que nace en parto doliente un personaje maltratado por el exilio. Si en Los bosnios había contado el horror de una guerra, en los otros dos libros, escritos mucho después, Čolić literaturiza su experiencia de exilio en Francia. Habla de la pérdida de identidad (“soy poeta”, insiste, pero en el nuevo país es solo un refugiado más, un analfabeto del francés), de su refugio en la soledad, de sus compañías, de sus descubrimientos, de sus logros y aspiraciones (“ganar el Goncourt”).

Han pasado 30 años desde su llegada a Francia y el autor ha sumido su doble instalación: en la memoria habita en Bosnia; en la realidad vive en Francia. El inicio de El libro de las despedidas es una declaración de su identidad: “Me llamo Velibor Čolić, soy refugiado político y escritor. Soy políglota. Escribo en dos lenguas: francés y croata. Pero ahora me parece que tengo acento incluso al escribir. Mi frontera es la lengua; mi exilio, el acento. Llevo veintiséis años viviendo mi acento en Francia. Toda una vida, de hecho. Y me siento bien, tan bien que con frecuencia me sorprendo pensando: anda, si soy francés”.

Es una afirmación de asunción que refleja el camino recorrido desde su llegada a Francia: “Tengo veintiocho años y llego a Rennes con tres palabras de francés por todo equipaje: Jean, Paul y Sartre. También llevo mi cartilla militar, cincuenta Deutsche Mark, un boli y una gran bolsa de deporte desgastada, color verde aceituna, de marca yugoslava. Su contenido es escaso: un manuscrito, algunos calcetines, un jabón deforme (parece una rana muerta), una foto de Emily Dickinson, una camisa y media (para mí, una camisa de manga corta sólo cuenta como media camisa), un rosario, dos postales de Zagreb (sin usar) y un cepillo de dientes. Estamos a finales del verano de 1992, pero voy vestido como para una expedición polar: dos chaquetas pasadas de moda, una bufanda larga, y en los pies las botas de ante, dadas de sí, tras sufrir diez mil mordiscos de la lluvia y el viento. Soy un caballero liviano”.

El autor bosnio, en El libro de las despedidas, con la distancia que deja el tiempo, reflexiona de otra manera sobre su condición de exiliado, aceptada como estado permanente: “El exilio pocas veces es una cuestión de presencia. Es, casi siempre, una suma de sombras, la historia de una ausencia». Para Čolić, el desarraigo se convierte al final en un espacio extraño, hecho con cimientos de fría distancia.

Y es sobre todo una cuestión bipolar, estar entre dos mundos, dos culturas, dos lenguas, “entre la lengua de la infancia y la del exilio”, dice Čolić. “Un refugiado no habla, sino que vive una lengua. La alegría de salvar la vida rápidamente se sustituye por el miedo. ¿Dónde estoy? Analfabeto y sin voz, pobre y sin papeles, la lengua fue el primer escalón en mi búsqueda de la verticalidad del hombre en pie. Al principio, contaba probablemente con una pequeña ventaja. La de ser un extranjero europeo, invisible. La de ser extranjero sólo por mi incapacidad de hablar la bella lengua francesa. Reducido, aniquilado, devuelto al analfabetismo. Y era terrible. A un hombre que nunca dice nada, que no sabe nada y que por añadidura es pobre se lo toma siempre por idiota. Una sombra”.

Velibor Čolić nació en 1964 en la pequeña ciudad de Modrica (Bosnia), donde fueron reducidos a cenizas su casa y sus manuscritos durante la Guerra de los Balcanes. Alistado en el ejército bosnio, desertó en mayo de 1992 y fue hecho prisionero; sin embargo, logró escapar y se refugió en Francia, donde vive actualmente. En 1994 la editorial francesa Le Serpent à Plumes publicó su primer libro, Los bosnios, al que siguieron, entre otros, La Vie fantasmagoriquement brève et étrange d’Amedeo Modigliani (1995), La Chronique des oubliés (1996), MotherFunker (2001), Perdido (2005), Archanges (2008), Jésus et Tito (2010), Ederlezi (2014) o Sarajevo omnibus (2012). Periférica ha publicado sus obras Los bosnios, Manual de exilio y El libro de las despedidas.

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