El desplazamiento es una realidad cada vez más frecuente en la sociedad y, por lo tanto, en la literatura. Muchos autores producen su obra en espacios literarios que no son los suyos, y lo hacen con ciertos rasgos comunes. Lucía Hellín Nistal analiza en La literatura de los desplazados. Autores ectópicos y migración (Villa de Indianos) cuáles son los procesos de desafío, adaptación, lucha o negociación que evidencian estos escritores, así como el cambio de topos, que expresa la realidad del movimiento migratorio y la influencia del desplazamiento.
¿Qué es un autor ectópico y qué no lo es? ¿Dónde se encuentran los límites?
Bueno, es toda una discusión. En este caso, la literatura ectópica tiene que ver con autorías que se han desplazado, que han cambiado de espacio y que escriben desde un espacio nuevo que en principio no era el suyo. Esto, en muchas ocasiones, pero no siempre, conlleva un cambio de lengua, o de variedad de lengua. Hay un límite que es difícil de marcar que es el de las autorías que se han desplazado muy jóvenes, por ejemplo, o incluso que no se han desplazado, sino que fueron sus familias las que lo hicieron. Han nacido en este espacio que es el suyo de pleno derecho y sin embargo se les suele leer desde esa óptica, como si también fueran desplazados. Es toda una discusión y hay una protesta enérgica por parte de ellos. Me parece interesante preguntar el porqué, por qué se les incluye ahí, pensarlo desde esa óptica. Ahí es donde está el límite más poroso, en estas siguientes generaciones.
Me recuerda al fenómeno de la literatura de los beurs, en Francia, la literatura hecha por las segundas generaciones de magrebíes, que continúan categorizándose dentro de la literatura de migrantes y no de literatura francesa.
Sí, es muy interesante que en lugares como Francia y también en algún país nórdico se han desarrollado términos para hacer referencia a esas generaciones que es un fenómeno por sí mismo, que no es migrante, que tampoco se les permite en muchas ocasiones, aunque quieran, mantener las categorías de autorías nacionales, dentro de las categorías tradicionales. Se está pensando desde un tercer lugar y habrá que ver si aquí, en el Estado español, acaba también de desarrollarse.
En la definición de literatura ectópica, ¿qué papel tiene el concepto de permanencia?
Este es el límite con la literatura de viajes. La literatura ectópica o de autores desplazados implica una incorporación en el nuevo espacio con un carácter más permanente, aunque no tiene por qué ser definitivo, y ahí es cuando saltamos de la categoría más sociológica de las circunstancias de la autoría a la propia obra. Ahí aparece tanto el desplazamiento como el espacio de origen y el momentáneo de llegada, incorporados con una profundidad distinta, tematizados con una profundidad distinta, incluso en la propia forma o estructura de la novela también se ven los efectos. Y esto no ocurre de la misma manera en los relatos de viajes, que tienen unas características determinadas.
También se plantea en tu libro el caso de autores que aun sin haberse desplazado podrían entrar en la categoría de ectópicos porque su entorno sí ha variado, como es el caso de los autores que escriben en la colonia.
Sí, ahí el desplazamiento se produce mientras los autores se encuentran estáticos. El cambio se produce alrededor. Es el aspecto geográfico-político el que de alguna manera cambia y entonces pasa de ser una colonia a una excolonia y cambian todas las circunstancias en muchos sentidos. Ahí hay un trabajo con el idioma, con la lengua de la metrópoli y la lengua propia que de repente se ve con otro estatus, se ve modificada, cuestionada. Y sí, esta también es una forma muy concreta, muy específica de desplazamiento que se puede ver.
Estos cambios no solo se producen en países colonizados. En Europa, los sucesivos cambios de fronteras produjeron continuos cambios de culturas y lenguas en muchos territorios.
Sí, y además, estos cambios se producen con un grado importante de imposición. Hay autores que hablan de este fenómeno en México, en esa parte que pasa a ser Estados Unidos. Ahí se produce ese mismo desplazamiento forzado pero en el entorno, no en las personas.
¿Hay características comunes en la literatura hecha por autores desplazados, por ejemplo, en la temática? ¿En esas obras suele aparecer el desplazamiento como tema central?
Siempre digo que esto son tendencias, que siempre hay excepciones y que no hay que encasillar en ningún límite las producciones literarias. Dicho esto, desde mi experiencia con la lectura de un corpus bastante amplio, sí que he visto muchísima recurrencia en las temáticas. Por supuesto, todo lo que tiene que ver con el desplazamiento y la migración aparece muy a menudo. A veces aparece también el antes, el qué lleva a ese desplazamiento; aparece el después, el cómo es comenzar en un nuevo espacio, algo que es marcado normalmente por muchas dificultades, incluso con racismo.
Hay algunas novelas que se centran más en el proceso de desplazamiento en sí mismo y en los episodios a veces muy duros que viven. Muchas veces y este es un rasgo común, hay un elemento autobiográfico muy fuerte en estas obras. Es un rasgo de la literatura de nuestra época, lo autobiográfico, el yo… pero es cierto que aquí, de alguna manera, se redobla, igual que se redobla la aparición de cuestiones como el género, la clase a la que pertenecen, la precariedad en la que se encuentran, la sexualidad.
Me da la sensación de que todo esto tiene que ver con que todas estas cuestiones se hacen muy explícitas en el proceso de desplazamiento y que, por lo tanto, emergen también en la obra como, me imagino, casi sin querer, no como algo consciente, sino que de repente está en el centro y por lo tanto aparece.
Y luego también hay cuestiones formales muy interesantes que se ven, por ejemplo el trabajo con el idioma o con los distintos idiomas, cómo se cruzan y generan algo nuevo, cómo se introducen palabras de la lengua materna, si se traducen o no, o formas más orales de relato, cómo se incorporan. Lo que pasa es que no se puede diferenciar la forma del contenido de una manera tajante. También hay expresiones en el aspecto más formal y estructural de las novelas. Por ejemplo, es habitual que se salten los límites entre los géneros. La novela de repente tiene pasajes líricos, ensayísticos, parece una memoria por momentos.
Da la impresión de que la hibridación de sus vidas se trasladara a la obra literaria.
Sí, se puede hacer perfectamente ese juego de espejos. Sí, parece que de alguna manera, una vez que empiezas a transgredir límites, se contagia de una esfera a otra.
Retomando la cuestión de los temas abordados por los autores desplazados, lo social parece estar bastante presente. ¿Es una literatura más comprometida socialmente?
Sí, y esto es lo que más me interesa. Efectivamente, hay una denuncia social y política bastante evidente. Mediante el relato de distintos acontecimientos personales y de la Historia con mayúsculas, se explica por qué las diferentes personas se ven forzadas a desplazarse. Esto aparece tematizado y explicado en muchas obras desde una perspectiva absolutamente crítica. También cómo son las condiciones, cómo son las fronteras, los controles policiales, el racismo institucional de los espacios a los que llegan que muchas veces relacionan con ser responsables del desplazamiento por la injerencia en los países de origen.
Todo esto aparece de manera aparente de distintas formas, a veces más explicado, otras como parte de las peripecias vitales. También es muy interesante cómo se ve con diferentes ojos tanto la sociedad de salida como la de llegada en quien ha vivido o se ha trasladado entre dos espacios distintos. Se adquiere una capacidad que en general los escritores tienen y que aquí se ve más desarrollada, de extrañarse ante lo que se observa. Ese extrañamiento, esa distancia, lo explicaba Bertolt Brecht fantásticamente, es la que da una capacidad crítica y rompe con una normalización de realidades que no deberíamos normalizar. Ese potencial que tienen los escritores ectópicos de señalar lo que no deberíamos normalizar desde una visión crítica, creo que es el potencial creativo y social más importante que tienen.
Este tener los sentidos más vivos ante lo nuevo que están viendo podría decirse que no solo se encuentra en la crítica sociopolítica sino también en la propia diferencia cultural. O, incluso, en ese no saber dónde situarse, si en una cultura u otra o en una nueva. ¿Esto a la larga queda reflejado en la literatura que producen?
Sí, eso también aparece mucho, esa cuestión de “pretenden que sea algo que no soy” porque no soy ni solo de aquí ni solo de allí ni una suma de las dos cosas, es algo más. La mezcla produce algo nuevo y hay imposiciones desde todos los lados. Muchas veces se escribe sobre cuando vuelven de visita y ya no terminan de encontrarse. Pero también sobre cómo se les impide poder desarrollarse sin límites o imposiciones o juicios a priori en los espacios desde donde escriben.
Eso lleva también al “estar fuera de lugar”, del que hablaba Edward Said, y también a que haya autorías que planteen que lo que quieren es dejar de hablar de ello e incluso que se les deje de preguntar por ello: “no quiero tener que elegir, ni tener que explicar qué soy, quiero ser”. Esto es algo que aparece también a menudo en Najat El Hachmi. Habla en este sentido, de “no quiero ser la migrante que explica permanentemente qué es ser migrante aquí; yo también soy catalana”.
Me recuerda a Velibor Čolić, quien también insiste en sus obras en que él es un escritor francés e incluso bromea con el objetivo de ganar el Goncourt. Y está relacionado con esa elección de la lengua que se utiliza en la producción literaria. La elección de la lengua de destino para algunos autores es como si fuera el paso definitivo, el despojarse del todo de la anterior cultura.
Sí, esto es algo muy complejo porque depende de la edad con la que se produzca el desplazamiento. Cuando son pequeños se adquiere la nueva lengua como la lengua de comunicación permanente y a partir de ahí es la lengua natural de escritura. No es un ejercicio forzado, aunque siempre va a estar en comunicación con la lengua materna y le va a dar una riqueza y una atención al detalle que sobresale. En otras ocasiones, cuando el desplazamiento es con más edad se adquiere esa lengua por otras razones.
Muchas veces tiene que ver con exigencias del mercado literario o con la posibilidad de llegar al público del espacio donde te encuentras. Si normalmente el desplazamiento es hacia un centro imperialista, literario con más peso, ese acceso a ese mercado literario abre más oportunidades que tener que buscar la traducción, etc. Muchas veces se hace ese cambio pero no quiere decir que vaya con resistencias y que no queden marcas de ese propio cambio de lengua y también es muy interesante rastrearlas.
¿Crees que el tema del desplazamiento puede llegar a convertirse en uno de los temas universales de la literatura?
Me aventuraría a decir que sí porque creo que el desplazamiento, en el momento social y político que estamos viviendo, es central para entender la realidad. Sobre todo los desplazamientos forzados, la migración obligada por diferentes circunstancias, es un fenómeno que se está desarrollando en unos términos sin precedentes. Eso conlleva que surja una expresión desde ese propio desplazamiento y a la vez un interés por entenderlo, por acercarse a él desde otro sitio.
De hecho, yo he planteado alguna vez que creo que ya se está dando un momento de boom literario sobre esta cuestión. Y están apareciendo muchísimas novelas, sobre todo, aunque también hay poesía y teatro, pero es sobre todo muchas novelas de esta temática, que algunas llegan a editoriales muy importantes, ganan premios, incluso se han desarrollado premios literarios específicos para autores que escriben en x lenguas sin ser la materna, o ferias del libro cuyo tema es la relación entre dos literaturas nacionales.
Está tomando mucho protagonismo y eso puede ser un indicio de que se convierta en uno de los grandes temas que aparecen. La novedad es que, desde hace unos años, en el Estado español, aparece contado desde la primera persona, desde la propia experiencia, ya no es algo que se cuenta desde fuera como ocurría antes.
Lucía Hellín Nistal (Madrid, 1989) es doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Madrid. Su interés se ha centrado fundamentalmente en lo social, habiéndose especializado en el estudio de autores desplazados o migrantes, línea principal del proyecto de investigación que desarrolla en colaboración con la Universidad de Almería y la Universidad Autónoma de Madrid. También ha estudiado la inserción social de los mecanismos literarios desde la teoría marxista crítica y la novela social. Ha publicado el artículo Tea Rooms. Mujeres obreras: una novela de avanzada de Luisa Carnés (2019). Otros trabajos son Una travesía política: el extrañamiento de Brecht como propuesta transformadora de la desautomatización del formalismo ruso (2016) y Campo cerrado de Max Aub: mecanismos y función social de la representación histórica.