Partió para buscar el movimiento perpetuo. Dos reglas: nunca retroceder, nunca repetir lugar.
Los primeros años fueron fáciles, incluso divertidos. Marchaba ágil, creó vínculos, armó relaciones.
Vivía, siempre adelante, en el margen del mundo, con sus normas, sus gentes, sus problemas, que eran otros.
Después, la línea fue acortándose, quedaba poco camino. O parecía que viraba. Se vio en un punto de retorno, atraído por el regreso.
Cambió las reglas, emprendió la vuelta. Ya solo era eso: volver, pero ¿volver a dónde?, ¿volver a cuándo?