Dejar una tierra conlleva no solo llegar a otra, sino quedarse en ella. El arraigo, legal, social, emocional, del migrante, del exiliado, es una meta que arrastra un complejo proceso de transformación. No somos las mismas personas al final de ese camino. El libro Para quedarme aquí, de Editorial Graviola, ofrece estas historias de “llegada”.
Además de la decisión de partida, del trayecto, del momento de alcanzar el destino, las vidas cruzadas por la nueva situación, esas que, como dicen en Graviola “no salen en los periódicos”, son quizá más interesantes en tanto en cuanto contienen todo el poso que acumula no solo la nostalgia sino el día a día de lucha contra el entramado legal, la búsqueda de nueva identidad, el continuo aprendizaje de costumbres, de idioma (aun en el mismo), la creación de una nueva red social, la reinvención (y sumisión) laboral.
Voces de la diáspora latinoamericana
Estas narrativas migrantes se presentan en este libro maravillosamente ilustrado por Leire Urbeltz, a través de las voces de quienes, de una manera u otra, las vivieron. Los relatos de ocho autores de la diáspora latinoamericana (María Fernanda Ampuero, Daniel Franco Sánchez, Alejandra Banca, Clara Obligado, Rodrigo Blanco Calderón, Sofía Carrère, María Rosa Lojo y Daniela Tarazona) son las piezas de este puzle de la migración.
Brenda Navarro, encargada del prólogo de esta obra señala que “en este conjunto de relatos descubrimos ese crisol que nos da la condición humana cuando hay que tomar decisiones. Sin importar de qué índole sea. Amor, trabajo, dolor, alegría”. Porque sí, porque quedarse en una nueva tierra lleva pegado eso: una continua toma de decisiones al límite (sin tiempo, sin apoyo, sin red de salvación).
Pero también es eso, muchas historias, no es una única. Y en este libro se cuentan algunas de ellas, con migrantes que partieron de diferentes países, que llegaron en momentos variados, cuyas razones no fueron las mismas.
Las historias que habitan estas páginas cuentan los sueños cumplidos y rotos, la búsqueda del ser, la idealización de aquella tierra de los antepasados, los abusos laborales, los sacrificios personales, la crueldad, la desorientación, el dislocamiento, las decisiones forzadas por la necesidad, la genética de la itinerancia.
Como dice Navarro, la pregunta importante que sobrevuela estos relatos y aquella que verdaderamente tendríamos que hacernos no es el por qué ni el cómo, sino el para qué. Sin más: “Para quedarme aquí”.
El proyecto
Por eso, además del título de la antología, Para quedarme aquí da nombre también a un amplio proyecto impulsado por Graviola con el fin de “contar las historias de migrantes que empiezan después de la llegada, que abarcan la búsqueda de un nuevo hogar, la adaptación, la amistad y el amor en otra cultura, pero también la burocracia, los estigmas y la dignidad”.
Para ello, el proyecto, que arrancó hace unos meses, ha ofrecido varios productos como un webzine y un ciclo de charlas, conferencias y talleres, además de un podcast que verá la luz en breve. En este enlace podéis encontrar información detallada sobre el mismo.